El Reyno de Europa
Dos zarpazos le valieron a los rojillos
para bajar de la nube al conjunto de Bielsa, ese mismo equipo que
maniató al todopoderoso Manchester United días atrás.
“¡Esto no es Old Trafford, esto es
el Sadar!” era el grito de guerra rojillo y un preludio de lo que
se iba a encontrar el Athletic de Bilbao en Pamplona. Y es que, desde
siempre, la afición de Osasuna le tiene muchas ganas al
enfrentamiento contra sus vecinos vizcaínos y marca con rojo en el
calendario fechas como la de ayer. ¿Por qué será?
Un derbi de esta magnitud vale más que
tres puntos y eso lo saben tanto afición como jugadores y técnicos.
Por eso, Bielsa hizo rotaciones viendo la que se le avecinaba y dejó
en el banco a Llorente, Ander Herrera y Javi Martínez para buscar
frescura con hombres como Amorebieta, Iñigo Pérez o Toquero.
Por su parte, Mendilibar, pese a las
numerosas bajas, sacó toda la artillería con Nino como referente en
ataque y un Raúl García que se movió como pez en el agua en la
zona de tres cuartos. Pero, sobre todo, destacó la figura del gran
capitán, el incombustible Patxi Puñal.
Los primeros compases ya nos
vaticinaban que el partido iba a ser únicamente para gladiadores. En
el minuto dos, Toquero recibió la primera tarjeta al sacar el brazo
a pasear ante Sergio. El Athletic fue fiel a su estilo e intentaba
dominar la posesión del esférico, algo que no les importaba a los
rojillos que esperaban en su campo.
Rondaba el minuto diez cuando Patxi
Puñal botaba una falta lateral y un desafortunado Iturraspe enviaba
el balón al fondo de las mallas. Los rojillos se ponían por delante
gracias al infortunio del centrocampista vizcaíno.
El gol sentó como un jarro de agua
fría a los leones que quedaron noqueados. Lamah y Raúl García
tuvieron en sus botas el 2-0 pero no lograron perforar la meta del
portero pamplonés Gorka Iraizoz. Enseguida se sacudió la presión
el Athletic con un tiro al palo de De Marcos que enmudeció la
parroquia rojilla.
Era un partido de ida y vuelta al más
puro estilo british, con dos esquemas muy diferenciados: el Athletic
era dueño de la posesión y Osasuna ponía las ocasiones.
Corría el minuto treinta cuando una
nueva falta botada por Puñal fue cabeceada por Raúl García
colocando el balón en la escuadra y haciendo el 2-0. Un calco del
primer gol y, nuevamente, los rojillos daban un nuevo zarpazo a balón
parado.
El conjunto de Bielsa lo intentaba y
buscaba la movilidad de De Marcos para destruir la fortaleza
defensiva que había construído Mendilibar, con Sergio como pieza
clave en el centro de la zaga. Mientras tanto, los leones se cargaban
de tarjetas ante las acometidas rojillas.
Se llegaba al descanso con un plácido
2-0 para Osasuna que, momentáneamente, se llevaba el botín gracias
a su efectividad en las jugadas de estrategia. Bielsa optaba por el
plan B y daba entrada desde el inicio a Llorente y Ander Herrera en
detrimento de Iturraspe y Aurtenetxe.
Los cambios no tardaron en surtir
efecto y Llorente con un descomunal trallazo perforó las redes de
Andrés Fernández. Quedaban más de 30 minutos y el marcador
mostraba un interesante 2-1.
Fue entonces cuando Osasuna llevó el
partido a su terreno y el encuentro pasó a una fase de letargo donde
no ocurrió nada destacable en las áreas. Si bien, el Athletic
seguía acumulando tarjetas a su parte de guerra.
Mendilibar apuntaló el centro del
campo con la entrada de Raoul Loe y dio oxígeno al ataque con la
incursión del debutante Manuel Onwu por Nino. El delantero del
Promesas tuvo un mano a mano con Gorka Iraizoz pero el meta bilbaíno
supo leerle la intención y atrapar el balón.
El partido entró en su recta final,
momento en que Andrés Fernández se erigió como salvador de la
noche al realizar una espectacular intervención a tiro de Muniain.
El meta murciano sacó una mano prodigiosa que evitó el empate. Era
la última bala del Athletic.
Con esta sufrida victoria, Osasuna se
coloca sexto con 38 puntos y un calendario halagüeño que le hace
aspirar a algo más que la permanencia. Por su parte, el Athletic
baja a la tierra y ya espera al Manchester United el jueves en San
Mamés.
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