Un Rayo de Primera
Osasuna salió humillado de Vallecas
ante un gran Rayo que, tras la victoria, certifica virtualmente su
permanencia. Los franjirrojos endosaron un set en blanco a unos
desconocidos navarros.
Los 300 aficionados de Osasuna que
viajaron a Madrid fueron presentes de la mayor goleada del Rayo
Vallecano en Primera División. En medio de una guerra civil, el
conjunto de Sandoval se pegó un buen festín a merced de unos
irreconocibles rojillos.
Mendilibar ya avisó en rueda de prensa
que no estaba satisfecho con el entrenamiento semanal de sus
jugadores, que se había entrenado de pena. Sus pupilos no quisieron
llevarle la contraria y se presentaron en Vallecas pensando que era
el parque del Retiro. Así, los Puñal, Raúl García y Lekic
deambularon por el verde madrileño disfrutando, en compañía del
resto de la expedición, del sábado santo.
El vía crucis rojillo tuvo seis
estaciones. La primera nada más comenzar el partido y es que, tras
una falta botada por Piti, Movilla aprovechó el rechace de Andrés
Fernández para perforar la meta del portero murciano. Minuto cinco y
el primer rayo ya había impactado sobre Osasuna. La procesión del
Calvario no había hecho más que empezar.
La tormenta de relámpagos ganaba en
intensidad y sólo el poste evitó un nuevo gol franjirrojo tras un
tiro de Piti al cuarto de hora. La defensa de Osasuna hacía aguas y
en la siguiente jugada Michu, de cabeza, ponía el 2-0.
Los rojillos, sin actitud ni entrega,
no reaccionaban al vendaval local y, de nuevo, Michu hizo que la
tormenta se transformara en huracán. Gran jugada personal de Diego
Costa que asistió al delantero asturiano para que hiciera el segundo
en su cuenta particular. Minuto 28 y el 3-0 campeaba en Vallecas.
Media hora de encuentro y ni rastro de
ese conjunto navarro que ocupaba el sexto puesto de la tabla. El
huracán siguió golpeando la meta de un inofensivo Andrés
Fernández. Quedaban diez minutos para el descanso cuando Diego Costa
hizo un traje a medida a Roversio y, tras un latigazo, mandó el
esférico al fondo de las mallas para hacer el 4-0. Osasuna estaba
recibiendo un auténtico baño.
La única alegría de los navarros fue
cuando Estrada Fernández decretó el final del primer tiempo.
Mendilibar, que veía el partido en la grada tras su expulsión
contra el Real Madrid, realizó un triple cambio y sentó a Nekounam,
Raitala y Annunziata dando salida a Cejudo, Ibra y Timor. Los cambios
no hicieron brotar las secas ramas rojillas.
El canterano Timor estuvo a punto de
hacer el gol del honor en dos ocasiones pero Joel desbarató
cualquier tipo de reacción navarra. También lo probó Raúl García
pero su zapatazo lo escupió el poste. Estas jugadas aisladas fueron
el único acto de rebeldía de un decepcionante Osasuna.
El quinto de la tarde llegó a la hora
de partido. De nuevo, Diego Costa entró hasta la cocina y dejó en
bandeja a Armenteros para que el argentino hiciese la manita a
Osasuna. Ya no era tormenta ni huracán, la intensidad del Rayo
llegaba a ciclón.
Para cerrar la goleada, Tito se apuntó
a la fiesta tras un rechace de Andrés Fernández. Ayer, el portero
murciano se quedó solo ante el peligro y fue fusilado por seis
rayos.
El Rayo Vallecano llega a los 40 puntos
y certifica virtualmente su permanencia. Sin duda, el partido de ayer
fue un rayo de luz ante todos los problemas internos que asolan al
modesto club madrileño. Por su parte, Osasuna tiene una cita el
próximo martes ante un rival directo, el Espanyol. Los de Mendilibar
deben ganar para darles una alegría a la afición y para seguir
soñando con Europa.
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